miércoles, 21 de octubre de 2009

CALA SAN PEDRO, LAS NEGRAS (ALMERÍA)

Y SIN EMBARGO, A VECES LA ESCASEZ ES ABUNDANCIA


La Cala San Pedro es lo más parecido a una comuna hippy donde el lema para la convivencia es “vive y deja vivir”. Las gentes del lugar campan a sus anchas sin ropa que los amarre, los animales, sobre todo los perros, disfrutan como todos del agua y la arena.
Las comodidades no sobrepasan el poder dormir en una tienda de campaña a la orilla del mar o el disfutar de una cerveza a temperatura ambiente que venden los dueños de una chabola. La luz corriente la suministran un par de placas solares rudimentarias que no dan para más de cinco horas seguidas, suficiente para que el “agua amarilla” hecha a base de malta sea potable.También hay un nacimiento de agua en el que han construido una especie de fuente con una pequeña tuberia que hace que el agua se deslice a modo de chorro.
Aunque está prohibido el uso de productos químicos, en ella se puede uno lavar y asear e incluso beber ya que el agua es fresca y apta para su consumo. Si existe una ley que debe ser cumplida por todos sus visitantes, esa es sin duda el máximo respeto por la vida y la naturaleza de esta tierra.



Existen dos formas de poder llegar a San Pedro. Una de ellas es caminando durante menos de dos horas por la reserva natural de Las Negras, atravesando la montaña hasta acabar en un resquicio del acantilado donde puedes distinguir las celestes aguas de la cala. Otra, mucho más sencilla aunque quizá menos reconfortante visualmente hablando, es alquilar el servicio de una lancha motora que te lleva desde la playa de las Negras hacía San Pedro por un precio de unos diéz euros ida y vuelta.

Pero lo más gratificante de éste paraíso es despertarse y contemplar el paisaje, hablar con la gente que vive o pasa allí unos días y darse cuenta de lo poco que se necesita para vivir.Pasar unos días en San Pedro es como volver hacía atrás en el tiempo, olvidar la ciudad, el ruido, la polución, las normas sociales y urbanas, las modas, las ataduras, los atascos y en cierto modo la pesada rutina que acaba atrapándonos a muchos de nosotros.


Para algunos es una forma de vida y para otros una manera de escapar de la realidad sólo necesaria en pequeñas dosis.




1 comentario:

  1. Gracias, a mi me encanta "desaparecer" por alli y volver a Madrid superrelajada!!!

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